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COPPOLA

 

Hablamos de un hombre ambicioso, cuyos propósitos y sueños podrían tacharse de imposibles. Francis Ford Coppola nunca ha tenido ningún reparo en arriesgar cuando era necesario y, de no ser así, no habría conseguido ni la mitad de lo que hizo. Tanto es así que estuvo a punto de ser despedido varias veces durante la dirección de “El Padrino”; la mayoría de ellas por defender la posición de algunos actores en los que él veía potencial. Pero las cámaras no muestran al meticuloso y, a veces, caótico director que Coppola puede llegar a ser; algunos actores que han trabajado con él afirman que no tiene nunca en mente lo que quiere hacer. Aunque, a decir en su favor, la capacidad de improvisar nunca ha sido un problema para el gran director.

 

 

Coppola es, tanto en sus obras como en su vida, un hombre familiar.

Siempre ha tenido la habilidad de generar un ambiente de confianza

entre el elenco, alejando el set de rodaje de cualquier imagen fría y

excesivamente profesional. De hecho, dos meses antes de rodar “El

Padrino III” reunió al reparto en su casa de Napa Valley para comentar el guion. Procura trasladar su entorno familiar al trabajo, hasta el punto de introducir a su hija en la película como Mary Corleone, hija de Michael. Nunca dejó de tener la personalidad que le ha acompañado siempre: de carácter abierto a pesar de su peculiar manera de trabajar.   

 

En 1972 (a los 6 años de terminar la carrera), Francis Ford Coppola tocó éxito con “El Padrino”, el cual aumentó, al igual que su fortuna, en 1979 con “Apocalypse Now”. Pero fue con “Corazonada” (1981) cuando empezó a llegar una ola de fracasos que le bajaban de la cima para llevarlo a una época de crisis; de la cual consiguió salir gracias a “Drácula, de Bram Stoker” en 1992, con ella volvió a posicionarse como aquel Francis Ford Coppola que en su día fue.

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